La lectura del grandioso post de Ester sobre Bestias del Sur Salvaje me ha animado a dejar por escrito algunos apuntes de dos textos que estaba leyendo al mismo tiempo: la Poética de Aristóteles y las notas para la estructura o guión de una novela de Guy de Maupassant, que me recuerdan a la forma en que está contada la historia de la película y, en general, a las opciones que tenemos a la hora de contar historias que se desarrollan en el territorio intermedio entre la fiel representación de la realidad y la fábula.
En un momento del texto, Ester describe cómo la historia que se muestra en esta película, constituye el relato de una realidad alternativa, a la vez que familiar: lo que vemos creemos conocerlo, al menos consideramos que es verosímil, y aún así la introducción de elementos fantásticos o mitológicos, y la utilización de ciertos recursos estilísticos, que en un principio podrían alejarnos de de la historia, contribuyen a reforzar esta credibilidad.
Independientemente de si la historia que queremos contar es real, ficticia o se encuentra entre ambas categorías, para hacerla creíble hay que saber contarla. Por un lado, utilizando los recursos narrativos apropiados; por otro, adecuar la sucesión de los hechos (la forma en que estos se revelan) a la historia.
Aristóteles escribe en el comienzo el capítulo IX de su Poética:
es evidente (…) que la función del poeta no es narrar lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, y lo posible, conforme a lo verosímil y lo necesario.
Y en el capítulo X:
Pero éstas (las acciones) deben surgir de la trama misma del argumento, de modo que resulten de los hechos que han sucedido anteriormente, bien por necesidad o por verosimilitud. Pues hay una diferencia notable entre que una cosa suceda a causa de algo, o después de algo.
Después, Aristóteles sigue hablando de los recursos para se produzcan las «peripecias» (los cambios en las acciones que suponen un giro en la trama), de cómo evolucionan los personajes, buenos y malos entre la dicha y el infortunio, y qué combinaciones son las más apropiadas según los sentimientos que se quieran despertar en el espectador/lector. Como buen lógico, Aristóteles sigue empeñado en la veracidad y necesariedad de la historia, aunque deja entrever una satisfacción ante los argumentos que pueden parecer fantásticos a través del relato de hechos inesperados:
Y puesto que la imitación no lo es sólo de una acción completa, sino también de hechos que inspiran temor y compasión, y éstos ocurren sobre todo unos a causa de otros, contra lo esperado -pues aquí tienen un carácter más asombroso que si ocurrieran por azar o por fortuna-, ya que incluso lo fortuito nos parece más impresionante en cuanto que parece que se ha producido intencionadamente, como ocurre con la estatua de Mitis, en Argos, cuando mató al culpable de la muerte de Mitis, cayéndole encima mientras la contemplaba. Pues tales cosas no parece que sucedan por azar, de modo que tales argumentos son necesariamente los más hermosos.
Entonces, ¿cómo podemos hacer para que la historia pueda entrar en el terreno de la fantasía siendo a la vez verosímil? ¿De qué forma, apoyándonos en un contexto reconocible, podemos relatar los hechos para que suenen fantásticos pero nos parezcan dentro de los límites de lo probable? Veamos lo que escribe Maupassant explicando qué actitud adoptar a la hora de escribir estos tipos de historias:
El novelista que transforma la verdad constante, brutal y desagradable, para lograr una aventura excepcional y seductora debe, sin preocuparse demasiado por la verosimilitud, manejar a su antojo los acontecimientos, prepararlos y arreglarlos para complacer al lector, emocionarlo o enternecerlo. El plan de su novela no es más que una serie de combinaciones ingeniosas que conducen con habilidad al desenlace. Los incidentes se disponen y dirigen hacia el punto culminante, y el resultado final, que es una acontecimiento capital y decisivo, debe satisfacer todas las curiosidades excitadas al principio, poniendo un límite al interés y acabando de una manera tan completa la historia relatada, que ya no se desee saber qué les ocurrirá en el futuro a los personajes más sobresalientes.
En cambio, el novelista que pretende darnos una imagen exacta de la vida debe evitar cuidadosamente cualquier encadenamiento de hechos que pueda parecer excepcional. Su finalidad no estriba en contarnos una historia, divertirnos o entristecernos, sino en forzarnos a pensar, a comprender el sentido profundo y oculto de los sucesos.
Algunas historias fascinantes del cine contemporáneo se sitúan sutilmente en ese espacio intermedio entre realidad y ficción. Para ello, parten de una descripción minuciosa de lo existente, ya sea de un lugar o de unos personajes. Los autores transmiten, a través de esta observación personal y profunda, su visión de la realidad, para ponernos en situación, para atraparnos o «para conmovernos, como le ha conmovido a él mismo el espectáculo de la vida». Esta descripción o presentación estará compuesta «de una manera tan hábil, tan disimulada y en apariencia tan sencilla, que sea imposible adivinar el plan, descubrir sus intenciones.» A partir de ahí podemos desarrollar la trama introduciendo elementos (fantásticos si se quiere) que la guíen por el género o rumbo que queramos.
Así pues será una combinación entre una detallada descripción inicial y la introducción de los sucesos más increíbles lo que nos ofrece garantías de que este tipo de relatos susciten interés. La primera para empatizar con la representación del mundo que conocemos o descubrir a quienes lo habitan. La segunda para mostrarnos la posibilidad de realidades alternativas inéditas.
Seguimos aprendiendo de estas transformaciones fantásticas de la realidad. Así podremos contar historias sobre futuros posibles.
12/08/2014 at 9:53 pm
Jiaisji, qué buena la foto de los tres personajes: Aristóteles, Maupassant y Hushpuppy =’D
Puedes añadir a Forster, del que el otro día leía una muy buena diferenciación entre un relato con argumento y una mera enumeración de hechos.
Por otro lado, este post me parece un buen programa de trabajo para mejorar las formas de representación y comunicación de nuestros proyectos. Si conseguimos esa combinación de la que hablas al final: detalladas descripciones de los sucesos más increíbles (los que hablamos con los clientes sobre lo que desearían) convertidos en posibles y cotidianos. Me recuerda a los dibujos de Mackintosh (no sé porqué) y a aquellos relatos ficticios de Lisboa o el centro app. Y creo que usado así es lo que Bruce Sterling llama design fiction: “an approach to design that speculates about new ideas through prototyping and storytelling.”
12/17/2014 at 11:15 am
¡Qué buenas referencias! ¡Gracias!
Sí, aunque el post haya quedado un poco espeso, quería dejar fijada esa combinación para desarrollar una metodología a la hora de
contar/presentar las Consultas y otros proyectos.
¡Voy a leermelos! 🙂