Dos acercamientos a la idea de Audacia

Desde hace un tiempo venimos incorporando a la explicación de nuestros trabajos la idea de audacia. En primer lugar, utilizada como «atrevimiento». Propuestas audaces, en el sentido de propuestas que promueven un salto cualitativo o arriesgado del proyecto y suponen una transformación importante. En segundo lugar, referida a una puesta en carga inteligente del proyecto. Es decir, una forma de testear las implicaciones que podría tener dicho proyecto al materializarse.

Para definir de forma más precisa estos dos movimientos en torno al concepto de audacia, nos apoyaremos en dos fragmentos de dos escritores que nos encantan. El primero, cómo no, de Popper, pertenece a uno de sus ensayos de El mito del marco común, del cual ya hemos hablado en otra ocasión. El segundo pertenece al genial libro de Manuel De Landa, Mil años de historia no lineal.

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El primer acercamiento tiene que ver con la idea de Popper sobre la progresión del conocimiento en la ciencia. Este crecimiento no ocurre por acumulación, es decir, rellenando mediante progresivos descubrimientos el recipiente de una determinada teoría o hipótesis hasta aproximarnos a la verdad o la certeza total de dicha teoría. En cambio, «el progreso en la ciencia es siempre revolucionario» (Popper, 34) . Es decir, ocurre mediante sacudidas bruscas que generan cambios muy grandes en las ideas o hipótesis predominantes. Y estas nuevas propuestas audaces explican y sustituyen a las anteriores. Por ejemplo así fue cómo las leyes del movimiento de los planetas de Kepler fue reemplazado por la teoría gravitacional de Newton, la cual a su vez fue sustituida por las Teoría de la relatividad de Einstein. Además, algunas de estas revoluciones se han producido a partir de ideas procedentes de campos de conocimiento que parecían alejados a simple vista.

Para ejemplificar esta tesis, Popper relata en el ensayo Física y Filosofía cómo ciertas especulaciones filosóficas (Descartes, Leibniz, Kant) en torno al concepto de materia fueron apuntando hipótesis que científicos como Faraday, Maxwell, Einstein, De Broglie y Schröninger concretaron en la teoría atómica moderna, apuntando que:

La ciencia es capaz de resolver los problemas filosóficos y que la ciencia moderna, en todo caso, tiene algo importante que decir al filósofo sobre algunos de los problemas clásicos de la filosofía (…) E intento señalar el hecho interesante de que algunos de estos problemas fueron resueltos en colaboración con filósofos especulativos.

En este contexto podemos entender cómo una propuesta audaz puede ser el motor de transformación de un proyecto. La implementación de un determinado enfoque, que a veces surge desde un ámbito distinto a la naturaleza del proyecto, puede tener gran importancia en el desarrollo de éste: puede ser en un proyecto docente, a partir de una idea territorial, en un proyecto de diseño o constructivo, en una investigación sobre el turismo, a partir de herramientas de análisis de sistemas complejos, etc.

Con este tipo de transformaciones además podremos valorar el progreso del proyecto, permitiéndonos así fijar alguno de los momentos clave de la evolución para conformar una especie de «criterio de progreso» de un proyecto en concreto, o de una «clase de proyectos» y así poder evaluarlos críticamente en el futuro.

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La segunda tesis es el testeo inteligente o cualificado del proyecto. Para ejemplificarla, tomamos un fragmento del primer capítulo de Mil años de historia no lineal. En él, en un momento determinado, se describe el despliegue económico que realizó Inglaterra a principios del siglo XVIII mediante la intensificación de la producción agrícola debido a la introducción de máquinas. Y cómo el capital humano que emigraba desde las zonas rurales a las ciudades para trabajar en las fábricas, considerado en primer lugar como simple mano de obra (fuerza muscular), se conviertiría en la primera reserva de trabajo cualificado, es decir, en los primeros testeadores del correcto funcionamiento de dichas máquinas y por tanto en los agentes ideales para introducir mejoras en las mismas. Manuel de Landa, citando a Eugene S. Ferguson, escribe:

Mil_anos_historia_no_linealEn la construcción de una máquina […] no sólo se incorpora un conocimiento visual (por ejemplo, diagramas de ingeniería mecánica), sino también uno táctil y muscular, proveniente de los mecánicos y otros trabajadores que manipulan herramientas y poseen las habilidades y el juicio necesarios para dar vida a las visiones de los ingenieros. Estos trabajadores maquinistas, operarios, carpinteros, soldadores, hojalateros, electricistas, armadores, entre otros, proporcionan a todas las cosas manufacturadas un componente básico que el ingeniero no puede especificar en su totalidad. Su trabajo implica la disposición de manos habilidosas […] El significado histórico del conocimiento práctico proporcionado por los trabajadores había sido escasamente notado hasta que el historiador de economía John R. Harris lo conectó al liderazgo tecnológico que la Gran Bretaña mantuvo sobre el continente durante la Revolución industrial […] La lista de cambios en las técnicas y en las máquinas es muy larga, aunque tales cambios son poco apreciados debido a que en su mayoría fueron hechos por obreros diestros y especializados […] Hacia 1710 los obreros que habían desarrollado el conocimiento de las técnicas que provenían de la tecnología del carbón dieron a Gran Bretaña una ventaja considerable en el liderazgo industrial sobre Francia y otros países europeos.

Esta segunda aproximación audaz a un proyecto nos parece igualmente esencial. La confrontación práctica de las premisas de un proyecto a través de usuarios reales, beta testers, early adopters, especialistas y, por susupuesto, el mercado. Es decir, por parte de unos agentes (personas, animales o cosas) que, debido a su interés en el proyecto, se convierten en potentes  propulsores de su desarrollo y propician transformaciones muy valiosas gracias a la retroalimentación que aportan. Esto lo hemos puesto en práctica, por ejemplo, en la producción de dispositivos P2P para mejorar el confort de las viviendas, en la creación de una red distribuida de embajadores turísticos o en la aplicación de técnicas constructivas actuales combinadas con conceptos rurales tradicionales, etc.

Como conclusión: entendemos el progreso de un proyecto a partir de dos frentes de acción: a partir de ideas o propuestas audaces, las cuales pueden provenir de disciplinas no relacionadas con el proyecto pero que, debido a su carácter revulsivo y al riesgo que supone adoptarlas, pueden propiciar desarrollos insospechados e importantes del mismo; y a través de la verificación práctica de las funcionalidades del proyecto/producto, realizada por agentes cualificados, la cual retroalimenta el desarrollo futuro del proyecto.

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