La notas de prensa como esta sobre la urbanización de la Carretera de Águilas en Lorca siempre nos hacen sospechar que «algo ha pasado». Pero no lo que los pequeños y cotidianos enfrentamientos entre partidos políticos locales nos podrían sugerir. Lo que ocurre es que nuevos habitantes están apareciendo en un entorno rural. Y para complicar aún más la situación son habitantes urbanitas: colectores de saneamiento, aceras con sus bordillos, cunetas de hormigón, farolas, ¡rotondas! que vienen a cambiar todo un «estado de las cosas» en las pedanías del campo de Lorca que la carretera atraviesa.
Es bonito oír contar a los habitantes establecidos hace tiempo en la zona cómo se están organizando para hacer valer la historia de su vida, su saber habitar en todo este entorno que es sencillamente una extensión de su casa. Se presentan alegaciones contra los bordillos y aceras que no dejarán parar a los autobuses de los colegios, los vecinos se juntan en reuniones para exigir facilidades en la transición de sus ahora ilegales pozos ciegos hacia la modernidad de los colectores de saneamiento e ironizan con que los desperdicios y aguas fecales con los que tantos años han convivido discretamente separados en armonía por unos pozos ciegos que (horror!) iban filtrando lentamente los caldos al terreno donde, a su vez, cultivan sus ensaladas vitaminadas. Bien, pues ahora esos tan despreciables desperdicios serán por fin llevados a donde tienen que estar: la depuradora de La Hoya, junto con los del resto de habitantes correctamente urbanizados.
Eso si consiguen conectarse a los colectores. El progreso de la modernidad es así: te dice cómo es la manera correcta y urbanizada de funcionar pero luego te pone mil trabas para que llegues a su estandar. ¿Por qué?
Servirá para explicarlo precisamente el contexto en que nos enteramos de todo esto, una conversación familiar de sobremesa de esas que van animándose hasta que cada uno de los contertulios dice su particular «No, lo que pasa realmente es que…». Esta escena se habrá repetido en casi todas las casas que dan a los 15 km increíblemente rectos de la carretera de Águilas. Imaginad unas 700 conversaciones iguales que apostaríamos a que todas terminaron como la nuestra: no conseguimos aclararnos. Según por donde lo miraras la culpa era del ayuntamiento o de la región de Murcia, de la oposición o de los vecinos, de la empresa o del redactor de la normativa, o del tormo que todos ellos forman.
Todo un ejemplo de lo que Bruno Latour, filosofo y antropólogo, llama distintos modos de existencia que se entrecruzan en los 3 millones de euros, más los 60.000 de Aguas de Lorca, más lo que tengan que poner los vecinos, que se están invirtiendo en la urbanización de la carretera. Igual que «un preservativo puede ser un pecado contra la fertilidad humana o un dispositivo contra el SIDA», el colector puede ser una oportunidad de negocio perdida, un avance hacia la sostenibilidad del Campo de Lorca o una oportunidad para ganar votos.
Como arquitectos contemporáneos que somos y habitantes del entorno, hace un tiempo hubiéramos dicho, siguiendo a Latour, que esta controversia es una oportunidad para que encontremos mejores formas pensar lo común. Sin embargo ahora pensamos, añadiendo las ideas de Tim Ingold, otro antropólogo, que para lo que puede servir es para que nos conozcamos mejor. Que unos aprendamos de otros las distintas formas de habitar la carretera.
Eso es lo que hacen los políticos, habitarla, tanto como los vecinos, o las empresas constructoras que la están modificando. Todos estamos creciendo juntos y con ella, con cada nueva farola y bordillo y con los ya conocidos autobuses y pozos ciegos que, a su vez, crecen con nosotros. Lo que nos faltan son herramientas para movernos mejor en ese espacio de aprendizaje y, bueno, eso es lo que intentamos conseguir como arquitectos con artículos tan divertidos de escribir como este.
08/07/2014 at 11:05 am
Me ha gustado mucho esta reflexión! sobre todo por la cantidad de casos que nos llegamos a encontrar similares a éste.
Aquí por ejemplo nos encontramos con urbanizaciones de poblaciones costeras, situadas en laderas de montañas en primera linea de mar y que no tienen más de 10 años.
En ellas se comercializan solares, que mas que solares podrían llamarse «paredes», porque tienen pendientes tan exageradas que hacer cualquier tipo de edificación supone una cantidad brutal de desmontes, vaciados y sistemas súper complejos de muros de contención… auténticos bocados a la montaña. Además esas urbanizaciones extrañamente no están dotadas de servicios, intervención que tienen que pagar entre los compradores de los solares. Y si esto ya no fuera suficiente, los dueños de las parcelas, expectantes de que se dote de servicios la urbanización, reciben ordenes de ejecución y denuncias del ayuntamiento porque «extrañamente», los solares se están desprendiendo a pedazos sobre las vías asfaltadas.
No se si las instituciones conocen a los habitantes, pero desde luego los habitantes ( o eso quiero pensar) conocen a los que dirigen esas instituciones, y saben que algunos de ellos, por lo visto, «pintan de azul» (así los llaman por alicante no? XD ) más de la cuenta, y lo pintan con los pies por que con las manos sujetan la cartera. Ni vecinos ni asociaciones creo que sean culpables, por que las instituciones tendrían que mirar por el bien común no? Y si así lo hiciesen, los vecinos ni intervendrían… no sería necesario.
Y esta es mi contribución a esas divertidas charlas de sobre mesa!! ;))
08/12/2014 at 9:02 am
Hola Juanma, vaya caso el que cuentas de Mallorca, márcate un artículo pronto! En cualquier caso, la idea no es saber quien es culpable porque según unos u otros modos de habitar lo que es bueno para más gente o menos. Por ejemplo, el carril bici y las aceras harán que más gente urbanita use la carretera para hacer deporte y quizá más desplazamientos en general se hagan en bici. Tampoco tiene porqué el ayuntamiento pagar la urbanización de estos vecinos cuando en otros planes parciales cada uno se paga lo suyo, y sin embargo lo hace porque es una vía importante para Lorca (aunque con la variante de la que habla Pencho más abajo cada vez lo sea menos). Supongo que argumentos similares se pueden dar en el caso que cuentas…
De lo que intentamos hablar es precisamente de que no hay «un bien común» tan claro, ni siquiera sé si es deseable que lo haya. De ahí que hablemos de los distintos modos de existencia de Latour o, para nosotros, de las distintas formas de habitar la carretera.
Los vecinos (y sus pozos ciegs, huertos, autobuses, etc) deben intervenir, de hecho lo están haciendo cada día en su habitar, porque las personas que hay en un ayuntamiento (o en la consejería de la región) pueden o no conocer esas formas de habitar, pero seguro que no saben «hacerlas». Son los vecinos los que deben enseñárselas y para ello, sí que sí, nos faltan espacios de aprendizaje. Tim Ingold compara ser antropólogo con ser un joven en una tribu de recolectores, los mayores te van enseñando a cazar, seguir huellas, escuchar señales, a reconocer accidentes y rasgos del paisaje, predecir el tiempo,… Creo que también esa comparación es válida para cualquiera que quiera intervenir en un entorno, sean políticos, urbanistas, ingenieros o nuevos vecinos…
(sigo donde Pencho) 😉
08/10/2014 at 6:52 pm
Queridos colegas: no recuerdo el año, pero seguro que ha pasado más de una década, que mi exsocio, y ahora dice también que exarquitecto, Carlos Jurado y yo discutíamos en el estudio un modelo territorial (como parte del Avance del PGOU) para toda Lorca, que luego presentamos en el Ayuntamiento y que recibió un rotundo rechazo porque, es mi opinión personal, corría el riesgo de reducir el control político territorial que por aquella época ejercía el psoe por todo el extenso municipio lorquino. La parte de aquel modelo que se cruza con vuestra historia latouriana es la que sigue.
Poco discutible resultaba que el nuevo planeamiento estaba obligado a impulsar un desarrollo urbanístico municipal, y nosotros aceptamos esa condición valorando las alternativas que encontrábamos y fue así que la carretera de Aguilas, toda vez que la autovía cuasi paralela entraba en funcionamiento, podía constituir un eje lineal de desarrollo territorial, que permitiera mantener la huerta de Lorca como huerta de Lorca, un espacio que ya en aquella época contenía una fascinante complejidad funcional y productiva, pero que aun se preservaba libre de inevitablemente dudosas operaciones urbanizadoras. Sin embargo en la estrategia municipal resultaba mucho más llamativa la conversión de los micronúcleos de servicios de cada diputación en auténticos núcleos urbanos secundarios, porque así la plusvalía urbanística podía ser mejor administrada. No sé que habrá pasado con esos centros periféricos, intentaré en algún momento comprobarlo, pero imagino lo peor. A nosotros nos callaron escondiendo nuestro trabajo en un cajón (incluidas las más de veinte maquetas que hicimos para la ocasión) y cambiando de equipo para la redacción del plan definitivo. Ahora por vuestro post parece claro que le ha llegado el turno del bordillo a la carretera.
Solo un comentario al vuestro. Echo de menos una visión global. En cada historia concurren como bien exponéis multiplicidad de agentes y posiciones, pero cada historia, cuando hablamos de territorio y urbanismo al menos, a su vez también está enlazada con otras historias, porque el territorio, como bien sabéis, son redes y capas, cruzadas y superpuestas en permanente interacción.
Un abrazo fuerte, pencho
08/12/2014 at 10:27 am
Hola Pencho!! Es cierto que el Campo de Lorca es un espacio fascinante, las casas tipo Falcon Crest compartiendo parcela con los cebaderos de chinos son uno de los ejemplos más chocantes para el que, como yo, llega de nuevas. Respecto a los micronúcleos de las pedanías, sí que están siendo desarrollados a base de miniplanes parciales y poniendo servicios como Centros de Salud, buzones de correos,… Hasta ahora daba la impresión de ser un proceso muy descentralizado, un pregonero de las fiestas de una de las pedanías lo exponía así. Pero creo que está habiendo movimientos para hacerlas más dependientes del ayuntamiento, quizá para terminar con ese predominio del psoe, pero no lo sé cierto.
Sobre la carretera y la visión global… Lo que intentamos en el artículo es precisamente superar el entender el territorio desde una visión global, en el sentido de desde fuera y arriba. Esto es una intuición de hace tiempo que estamos intentado desarrollar y materializar en proyectos, poco a poco. Tú además conoces de primera mano uno de los primeros intentos ;). La idea es que la gestión del territorio desde arriba y aquí me refiero a la visión en plano que, aunque ha evolucionado del plano y la maqueta del movimiento moderno a las redes y capas de las que ahora hablamos, sigue poniendo fuera del entorno al gestor o planificador. Lo que ya no nos creemos es que el territorio sea algo que se pueda diseñar, algo abarcable, cognoscible y manipulable en su conjunto (aunque sea de capas y redes) sin vivirlo, en el sentido percibirlo, aprenderlo y modifircarlo conforme se habita. Y el habitar supone un conocimiento y capacidad de acción parcial. Como le decía a Juanma más arriba, creemos que hasta el gestor político está habitando lo que gestiona, con sus particulares hábitos, costumbres y modos de existencia como dice Latour.
Lo interesante para nosotros no sería, como hace la TAR, estudiar momentos de ensamblaje y desensamblaje de algo como un conjunto, porque siendo un proceso en continuo ocurrir no le vemos sentido a tomar una instantánea. Creo que eso es interesante para momentos de disrupción, como el terremoto de Lorca. Buenos momentos para hacer un análisis o diagnóstico de quién es quién y de las capacidades de acción de cada uno, porque esos momentos destapan lo difícil de ver en la rutina. Estos diagnósticos te permitirán ampliar tu visión pero no creo que nunca sea global.
Y para actuar y conocer en el día a día, son mucho más importantes, como dice Ingold, las líneas de vida de las personas, cosas, animales,… Éstas se enmarañan en nudos (meshworks) como la carretera de Águilas de forma continuada, según van creciendo y evolucionando y, en el caso de agentes perceptivos y capaces de desarrollar habilidades, aprendiendo. Lo hacen porque la carretera es parte de sus «órganos» perceptivos o de sus herramientas para la acción habilidosa.
Por todo esto creemos que la visión global es muy difícil e, incluso, poco útil. Ahora sí, lo imprescindible es saber, como habitantes urbanistas o arquitectos o…, cómo queremos crecer nosotros porque la nuestra es una línea de vida más que se enmaraña con las otras. Así que nos toca lo más difícil, mojarnos ;). Saber si queremos aprender a habitar como el autobús y el gestor o como el pozo ciego y el consejero… las opciones son infinitas pero el tiempo que tenemos para aprender y hacer cosas con lo que aprendemos es limitado. ¡Esos son nuestros dilemas!
Por eso, con tus aprendizajes de hace diez años y los nuestros de ahora (como vecinos semipermanentes del Campo de Lorca pero más por las fuentes de primera mano que podemos conseguir) podríamos multiplicar nuestras capacidades. Es un lugar interesante porque su modelo (gran extensión territorial y muchas pedanías) puede que se convierta en la norma en el futuro cercano.
Abrazos y nos vemos pronto, no?
08/14/2014 at 10:14 am
Hola colegas, parece clara la existencia de una discrepancia que invita seguir con la discusión.
Volviendo la memoria hacia aquel trabajo, os puedo comentar que la huerta del Lorca era, urbanísticamente y en aquella época, un absurdo continuo de suelo no urbanizable. Y con el propósito de conocer algo de su propio ser desarrollamos un barrido extensivo e intensivo de usos. Los resultado de aquello fueron fascinantes. Suelo recurrir a la paradoja de que en aquel suelo no urbanizable (rústico, en término anterior) llegamos a registrar más de 30 peluquerías. Chulo, no? Es decir que la huerta de Lorca es un habitat difuso pero con la complejidad propia de lo urbano.
Vuelvo a la discusión.
1. Sobre el tamaño. Otra controversia: todo esta entrelazado al tiempo que es imposible el estudio del todo. Así se requieren unidades, sectores, porciones de realidad sobre las que trabajar capaces de contener los datos suficientes sin extenderse hasta lo inabarcable. Ciertamente la carretera del Aguilas será una entidad posible pero creo que sigue siendo insuficiente para una correcta interpretación de los acontecimientos.
2. El poder existe y tiene mucha influencia aunque su práctica no resulte del todo reconocible. Gran parte de las explicaciones de lo que allí sucede hay que buscarlas en las decisiones que se toman en los despachos o en las condiciones que en ellos se establecen. Los agentes latourianos en cuestiones de urbanismo están muy mediatizados por el complejo entramado normativo que regula las prácticas y las acciones. El análisis de los acontecimientos urbanísticos sin atender a las normas que los determinan es, creo, tambien excesivamente parcial.
besos
08/14/2014 at 1:12 pm
Genial Pencho, gracias por animarte a discutirlo!
Tengo ya muchas ganas de ver ese trabajo del que hablas, ¿quedamos un día en septiembre y lo desenpolvamos? Así podemos unir nuestros «barridos», seguimiento de rastros e interacciones.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, un entorno urbano (de origen rural) tradicional extendido en un territorio mucho más amplio de lo que estamos acostumbrados y con muy baja densidad. Un urbanismo muy distinto, originado por vivir del bancal y en el bancal que ha evolucionado a una zona agroindustrial activa (pero en minifundios) donde, aunque muchos trabajan en otros sitios, aún permanece la costumbre agrícola de tener el negocio en casa, de ahí las peluquerías. Por mi parte yo he descubierto esto poco a poco. Te cuento también una de mis sorpresas… La casa de Alfonso está en la propia carretera, yo, que soy de pueblo pero del centro ;), al llegar allí las primeras veces percibía un sprawl como el que conozco en la periferia de Alicante. En frente un taller, más allá un bar de carretera, cada 200m una casa o un cebadero… Pero a veces al entrar a un salón multiusos que hace no tantos años era corral y almacén (otro tema fascinante el de las reformas y ampliaciones), nos encontrábamos una virgen portátil. En una urna de cristal y madera, con su ranura para donativos y con su asa para poder llevar de una casa a otra según indica la lista de nombres (o apodos y sin direcciones) que tiene detrás. Luego he visto que esto ocurre en muchos sitios y especialmente en zonas rurales. Una forma de difusión de información e ideologías, crowdfunding, cohesión social,… Así que sí, hay tanta complejidad como en lo urbano, pero distinta: en lugar de oir las campanas y verse por la calle la gente se encuentra al pasarse la virgen.
Y ahora la discusión, que tiene que ver con lo anterior:
1. Más que del tamaño hablamos de la perspectiva desde la que estudiamos para conocer. Ante la complejidad cada perspectiva tiene una respuesta. La del «urbanista moderno», en plano y desde arriba, ve un espacio y tiende a dividir en sectores, y clasifica las cosas como objetos. Una perspectiva más contemporánea, la de los ensamblajes por ejemplo, baja al terreno porque entiende que no hay escalas ni superestructuras, pero desde esa persepctiva es difícil ver algo y por eso se centra en las controversias o momentos de cambio donde se revelan las «capas» y agentes ocultos, de los que sigue el rastro para ver como actúan y describir mejor la situación. La primera usa las misma herramientas para conocer que para proponer, la segunda sólo puede conocer. Sin menospreciar la potencia de esas perspectivas nosotros queremos buscar otra que desde el terreno nos permita conocer y proponer. Es un reto que nos hemos puesto :). En realidad esta inquietud creo que viene de que estamos siendo conscientes de que ya no van a hacerse planes generales o, al menos, nosotros no vamos a hacerlos. Es lo bueno de la crisis que te ahorra hacer lo que no te atraía mucho y te obliga a encontrar maneras de hacer lo que sí te fascinaba…
Quizá el tiempo nos cambie esta idea pero ahora… por eso queremos conocer e interactuar con los otros agentes, no sólo seguirlos y luego irnos al estudio a hacer un plano. De ahí que nos fijemos en tácticas como las «vírgenes a domicilio» (imáginate que hiciéramos algo así con nuestros dinamos!). No es que creamos que con eso vamos a cambiar toooodo el Campo de Lorca, pero al menos nos habremos divertido trabajando en cosas a las que encontramos sentido 😉
2. También de acuerdo, por supuesto. Las normativas son un agente imprescindible, es la forma que la administración tiene de habitar el territorio. Una de las formas del poder, que tiene otras como los despachos y también los alcaldes pedáneos o asociaciones de vecinos que ahora están cambiando (mira los enlaces del anterior comentario). Las normativas están insinuadas, por ejemplo, una de las armas de los vecinos para hacer valer su forma de habitar a estos recién llegados (farolas, bordillos, etc) ha sido precisamente coger la normativa y denunciar ante las autoridades de tráfico que las cunetas que estaban construyéndose incumplen la normativa de tráfico, lo que ha cambiado el proyecto. Y, al contrario, desde la administración se insinúa que los vecinos tendrán que conectarse al colector porque sus pozos ciegos se ilegalizarán pronto. En la «perspectiva habitacional» (así es como la llama Ingold) lo importante sería distinguir, a partir de nuestras intenciones habitacionales (las prácticas que queramos desarrollar en ese territorio), qué otros habitantes hay y cuáles son sus prácticas pues eventualmente tendríamos que tratarnos con ellos si queremos hacer algo por allí, seríamos vecinos de entorno de acción. Realmente lo que creo que le falta a este post es mojarnos, decir qué haríamos nosotros allí como un habitante más, en este caso unos arquitectos… Algo hemos pensado ya que sería aplicable aquí tabién, pero no está desarrollado. Aún así, la perspectiva habitacional creo que siempre daría resultados descriptivos que parecerán parciales al que está esperando las descripciones «desde arriba» propias de los planes generales…
Gracias por la discusión y… ¿cuándo quedamos? 🙂