ReConstruir cada día el entorno urbano con el trabajo doméstico

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El pasado 4 noviembre aRRs a! estuvo en el CIMUAT (Congreso Internacional de Mujer, Arte y Tecnología en la nueva esfera Pública) presentando parte del PFC de Ester Gisbert Alemany con el comunicado Los trabajos domésticos y su campo de acción como constructores directos de su entorno. Aquí podéis leer el comunicado que se publicará en las actas, pero os dejamos el resumen que se leyó en el Congreso y las diapositivas que lo acompañaron: más breve, ameno y suficiente para tener una primera idea de hasta dónde y cómo nos imaginamos que se pueden llegar a realizar las utopías, en este caso las de empoderamiento ciudadano a través de herramientas distribuidas para sus tareas cotidianas.

Viernes 4 noviembre, 19:30, Valencia

«Es muy interesante para mí que esta parte más teórica del PFC se presente en un Congreso de Arte, Tecnología, no de Arquitectura, y de Mujer porque durante su desarrollo me he apoyado en las teorías feministas, en la ética de empoderamiento ciudadano a través de las tecnologías y en experiencias artísticas que construyen mundos combinando los dos anteriores. Con estas referencias, mi propuesta cuestiona el actual proceso de producción de la ciudad y desarrolla un entorno metodológico alternativo para un habitante-arquitecto que, en su quehacer cotidiano, reconstruya su entorno.

Desde las renovaciones de centros consolidados a los nuevos desarrollos urbanos, las transformaciones del entorno se miden en ¡5000 nuevas viviendas! o 300 o 10.000. La vivienda es la unidad mínima de construcción de la ciudad mercantilizada. Y, desde el Movimiento Moderno, se ha diseñado a mínimos, para un imaginado usuario tipo: la familia. Banalizando, de esta forma, los trabajos productivos que tradicionalmente se han realizado a su alrededor y al trabajador doméstico: el ama de casa.

Pensar la ciudad desde el TD (trabajo doméstico) es una estrategia para encontrar nuevos sistemas de construcción el espacio que puedan ser utilizados cotidianamente por usuarios diversos y expertos en sus propias necesidades. Pero, ¿cuál es el TD con el que diseñar? Visto desde los estudios de tiempo y economía es «el que se realiza por una persona distinta de la que se beneficiará de ese trabajo». Esto elimina trabajos como el baño que, en algunas sociedades, ocupa los lugares más públicos. Pero demuestra el potencial económico del TD. En los manuales domésticos es «todo el que se realiza dentro del hogar», aunque mejor organizado. el urbanismo de género ha continuado esta tradición, y también reorganiza la ciudad y consigue tener métodos de proyecto participativos, pero mantiene la vivienda como unidad. Desde la Historia de las herramientas para el TD, éste desaparece tras el robot y el «diseño».

Yo me he centrado en estas últimas, las herramientas, y con una lista inclusiva de trabajos y un sistema propio de clasificación he evaluado la tecnificación de los trabajos. He encontrado que sólo 11 de 25 se realizan con herramientas técnicas y que no es la tecnología la que reduce el tiempo de trabajo. Nada nuevo, pero justifica no tener que diseñar casas robóticas domóticas. Lo que sí hace la tecnología, por su dependencia de los suministros es aumentar la escala de consecuencias espaciales de los trabajos mientras que nuestro espacio de acción, la zona en la que podemos tomar decisiones se encoge o mantiene convirtiéndonos en usuarios pasivos. Esto es así porque cada nueva herramienta establece una nueva distribución de competencias entre los agentes que intervienen en una tarea. las del tipo «emanciapatorio» nos adiestran en su tecnología sin permitirnos su apropiación ni adaptación. Un ejemplo, lo que aprendemos leyendo el manual de un robot de cocina no nos servirá para cocinar con otras herramientas ni para conocer su tecnología. Otro, hacer el trabajo de conservar alimentos no es sólo meterlos en la nevera es también producir y traer hasta ella la energía que necesita para funcionar. Si se hace con centrales nucleares o molinos eólicos, no es decisión nuestra nos conformamos con elegir entre varias tarifas de luz o comprar una nevera tipo A.

Hasta ahora el espacio de toma de decisiones del TD lo define la «institución vivienda». Lo que planteo es la posibilidad de traspasar esa frontera a través de herramientas alojadas en otro tipo de instituciones y que sean éstas las que den forma a la ciudad.
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Desde la «frugal housewife» de Lydia Child, cada vez que alguien ha definido o cuestionado el paradigma de ama de casa, ha movilizado todas las intituciones que lo contienen como si respondiera a la pregunta de W. Benjamin, ¿para quién escribe usted? o, en este caso, ¿a quién sirve esa técnica?. Este trabajo no es una excepción. En la búsqueda de instituciones alternativas para el TD he realizado el diagrama siguiente que representa diferentes ideales de ama de casa en la historia. Un mapa de identidades políticas y económicas donde no están todas las que son pero que sirve para encontrar algunas instituciones y herramientas que ampliarían el campo de acción del TD como la cocina-laboratorio de Ch. Frederick, que la hace una consumidora profesional, el Club de la chica nómada de Toyo Ito, que le permite vivir sin vivienda dedicada al ocio y la tecnología, o los equipamientos colectivos de las «material feminists» que les permiten controlar la producción y ganar poder económico. Y sirve también, para tener un espacio histórico donde colocar a las nuevas trabajadoras domésticas y visualizar los cambios en el rol de la mujer que provocarían las herramientas para, lo que he llamado el «Ownbodywork»: el conjunto de trabajos que cada persona realiza sobre su «cuerpo-hogar».

La idea no es proponer un nuevo ideal de ama de casa, sino instrumentalizar el TD según el lugar en que se realizará. Yo escogía tres lugares conocidos con diferentes situaciones urbanas: un centro histórico abandonado, con sus planes políticos de renovación, como la Baixa de Lisboa. Un crecimiento metropolitano que ocupará lo que queda de la red hídrica tradicional de la huerta de Alicante. Y una zona de montaña que, perdida la productividad agrícola, se reinventa para el ocio y el turismo rural. Son escenarios-parlamento en los que los actores implicados proyectan sus deseos y ejercen los poderes desiguales que les dan las herramientas de una tradición urbanística burocrática, poco transparente y, supuestamente, racional. Buscar la especificidad de esos lugares nos permite encontrar los entresijos en los que situar otras herramientas que, utilizadas cotidianamente por usuarios activos, diversos y expertos, reconstruyan esos lugares de otra forma, «signifiquen sobre» las estructuras de poder existentes.

La práctica artística tiene aquí un papel importante de «vanguardia constructora». Las obras que me han servido de referencia se construyen y funcionan, muchas veces con pocos medios y siempre sin pasar por las etapas estancas de la práctica arquitectónica de validación experta burocrática. Usando herramientas de interactividad, des- o re-localización, DIY kits, reciclaje creativo, rastreo social, pequeña electrónica, replanteando conceptos de higiene, privacidad, cuerpo, profesionalidad y recuperando agentes o instituciones olvidados, este tipo de práctica permite crear nuevas categorías de ciudad que «signifiquen» sobre las estructuras internas de los territorios, consiguiendo un empoderamiento real de la acción cotidiana y redibujando sus mapas de poder.
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A continuación muestro «a lo bestia» algunas de esas «prácticas artísticas» que, mezcladas con instituciones o prácticas históricas rescatadas, ilustran el alcance de las nuevas herramientas para el «Ownbodywork» y las transformaciones urbanas que he imaginado que provocarían en esos entornos urbanos:

Los mapas políticos como el siguiente del Bureau d’Études consiguen representar críticamente la utilización de nuestro «self», la identidad ampliada, por los grandes complejos industriales, pero no propositivamente. Sin embargo, se visibiliza en él el potencial que tendría recuperar la idea de «consumidores organizados» de CH. Frederick actualizada con la herramientas simples de monitorización de datos con sensores baratos. Un edificio así permitiría dirigir la industria de, por ejemplo, la prefabricación de elementos para el baño. Ésta ofrecería alternativas diferentes al baño estándar para su testeo. Reconstruyendo ese edificio con sistemas como los propuestos por Santiago Cirugeda se podría hiper-tecnificas los bloques en peor estado de la Baixa y convertirlos en equipamientos colectivos. Éstos servirían a los edificios que, aunque mejor conservados necesitan de grandes obras para su actualización tecnológica. La habitabilidad del barrio no dependería ya exclusivamente de la inversión de grandes constructoras.

También es interesante la revalorización de la artesanía en el mundo de la moda a través de las nuevas tecnologías distribuidas. Uniéndola a la antigua idea de cooperativa de producción que, controlando los suministros, adquiera poder económico en una comunidad, se podría pensar en organizar sistemas de suscripción sobre redes informales existentes de distribución de comida, en las que el factor artesano es lo más importante. Además, se podrían centralizar las cocinas y si se equiparan con sistemas de reciclaje blandos como los propuestos por BrittaandRebecca se conseguiría colonizar la red hídrica a través del mercado del agua compitiendo con otros aportes dependientes de grandes inversiones y que ahora prácticamente controlan las grandes agroindustrias.

Otro reconstrucción posible: La interfaz cyborg de Natalie Jeremijenko permite a las personas hablar con patos y hacer interpretaciones de su conversación que se incorporan al nuevo mensaje pato-humano creado colectivamente. no hay expertos intermedios que traduzcan por nosotros. Se crean nuevas categorías de lenguaje como las del grupo Rotorr que crea una nueva capa de información y uso de la ciudad e inventa los sencillos instrumentos y estrategias que sirven para habitarlo. se unen estas ideas para imaginar el alcance de la tecnología móvil usada para añadir de forma lúdica una capa digital a un paisaje y crear una comunidad crítica que habite ese espacio híbrido e invente nuevas categorías a incluir en los sistemas de ordenación y protección del territorio actuales.

Utilizando estas u otras de las herramientas propuesta o imaginables cada persona definiría se espacio de acción. Eligiendo en qué instituciones participar decide cuánta presencia quiere tener en los procesos de transformación urbana.

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En conclusión, las nuevas tecnologías distribuidas, utilizadas colectivamente y con la lógica y la eficacia constructiva de los proyectos artísticos (frente a la burocrática de los arquitectónicos y urbanísticos), podrían hacer viables algunas de las propuestas «utópicas» del feminismo material aportando nuevas soluciones a problemas clásicos de los diseños para el TD como la colectivización, la pasividad del consumo, la profesionalización, etc. Y, finalmente, esta versión «feminista» del diseño urbano, propone un proceso de producción de la ciudad alternativo, que se base en «conversaciones que transparenten el poder». Personalmente, me apetecería más participar en un proceso así que en el convencional, en el que la figura del arquitecto y sus fantasías de distanciamiento objetivo se hunden bajo el peso de las garantías burocráticas y del diseño novedoso que debe ofrecer a unos clientes con poder adquirido en procesos opacos.

Finalmente, os dejo con el vídeo que realicé con la ayuda de Achilipunk. En el que se ve cómo sería el día a día de algunas de la herramientas propuestas.»

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